Las diez frases más bellas
Ya hemos dado a conocer, en otro artículo, la particular devoción de la Venerable Hermana Filomena hacia el gran Príncipe San Miguel Arcángel. Queremos recoger algunas de sus frases más bellas escritas sobre él, con la intención de aumentar el amor y la veneración hacia quien es, entre otras cosas, Patrón de la Orden de los Mínimos y hacia quien nuestro Santo Padre y Fundador, Francisco di Paula, alimentó un profundo amor, seguro de su poderosa protección contra los asaltos del enemigo.
- No te olvides tampoco del Arcángel San Miguel, porque este valeroso Príncipe abate y confunde la soberbia de los tentadores, e intercede con Dios por sus devotos, y mucho más por los que llevan su nombre.
- Jesús, María y Miguel han de ser las tres grandes columnas que destruyan y humillen al mundo, demonio y carne, enemigos de nuestra alma.
- Os ruego, Arcángel nobilísimo […] id Vos, en compañía de la Inmaculada Virgen María, y defendedle [el Papa] del fuego infernal que le rodea, y humillad a Luzbel y a sus secuaces, que quisieran ver desterrada, abatida y sepultada la santa Iglesia y sus ministros. Haced, Arcángel mío, que triunfe nuestra santa Madre, y confundid a sus rebeldes hijos y a los demonios que a esto les promueven.
- Yo bien entendía que estas dos joyas tan preciosas eran, María Inmaculada y Miguel Arcángel, y también entendía la feliz suerte que les cabría a los que se empleasen en darles honor y gloria.
- Esta trinidad en la tierra [el Sagrado Corazón, la Inmaculada y Miguel Arcángel], ha de ser bendecida y glorificada como lo es en el cielo la unidad de las tres Divinas Personas; feliz la nación, población o monasterio que se esmerare en su devoción.
- María quiere pedir, Jesús o su Smo. Corazón quiere conceder y Miguel desea distribuir con liberalísima mano lo que María ha alcanzado.
- Es tan grande la semejanza de la hermosura de Miguel a Dios que, después del Verbo Eterno, no hay otro espíritu en el Cielo que en esto le pueda igualar: y así como desde la mente al pecho queda en medio el rostro, este lugar es el de Miguel, por ser clarísima y dulcísima imagen del Ser Eterno.
- Este nobilísimo Arcángel hará de mensajero o distribuidor de las copiosísimas gracias, que María sacará del Corazón de Jesús, resultándole un gozo tan grande de poder prestar obediencia a su Reina, y consuelo a los que gemimos bajo tan dura esclavitud de este destierro, que sin exageración se le puede dar el nombre de gozo sin igual.
- Serán sin duda más admirables las misericordias que de aquí en adelante se derramarán entre nosotros, si nos esmeramos en la devoción al Corazón de Jesús, a María Inmaculada y a Miguel Arcángel.
- Oh, qué felicidad tan grande la de nuestra sagrada Religión Mínima, tener por Protector al que asiste sin temor ante el Altísimo. Bien conocía su grandeza nuestro Padre San Francisco que tan tiernamente le amaba: imitemos su devoción y obtendremos su protección.
En estas espléndidas expresiones de la mística española descubrimos no sólo su especial devoción al Príncipe de las Milicias Celestiales, sino también su conocimiento del papel que San Miguel desempeña a favor de la humanidad en nombre de Dios. Él distribuye las gracias que María Santísima obtiene de su Hijo para nosotros los hombres, para nuestra salvación. Además, San Miguel es nuestro defensor, el que expulsó al maligno del Cielo es capaz de expulsarlo de nosotros cuando se acerca para hacernos caer, para alejarnos de Dios.
Invoquemos todos los días a san Miguel, no sólo con ocasión de su fiesta, invoquémoslo para que defienda al Papa y a la Iglesia, para que no permita que el engaño del diablo se arraigue en los pastores llamados a guiar al Pueblo de Dios; invoquemos a san Miguel, Príncipe de la Paz, para que devuelva la paz a Europa y a los lugares atormentados por terribles guerras fratricidas; pidámosle que ayude a las familias a vivir según la voluntad de Dios, sabiendo reconocer la tentación de la desunión, de la traición, de la ira, de la venganza y venciendo siempre con el arma más poderosa que es el Amor. Invoquémoslo para que ayude a los jóvenes a comprender la voluntad de Dios para ellos, para que los ayude a amarse así como Dios los ha querido y los ha pensado. Por último, invoquemos a san Miguel, para que nos ayude a cada uno de nosotros a avanzar en el camino hacia Dios, pidámosle que no nos permita separarnos de Él y ante las malas sugerencias del enemigo sepamos responder siempre como él: “¿Quién como Dios?”