NOTAS BIOGRÁFICAS
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Giuseppe Puglisi, un sacerdote de mirada limpia y corazón humilde, un sacerdote que en nombre del Evangelio intentó hacer todo lo posible en su ciudad de Palermo (Italia) para arrebatar a los jóvenes de las garras de la mafia, para devolver la esperanza a la gente victima de los picciotti (miembros de la mafia siciliana), atrincherada en una actitud de silencio resignado.
Giuseppe nació en la zona más pobre de Brancaccio, en la periferia de Palermo: el barrio de los “Estados Unidos“, el año 1937. Provenía de una familia muy humilde, su padre, Carmelo, era zapatero y su madre Giuseppina ayudaba a la familia haciendo algunos trabajos de sastrería en casa, aunque su actividad principal era criar a Giuseppe y sus hermanos, Gaetano y Francesco. La pareja Puglisi también había tenido otro hijo, Nicola, pero murió a la edad de quince años. Giuseppe ingresó en el seminario en 1953: como él mismo relató, lo que le llevó a entrar fue su apertura espontánea a los demás, pero aún tenía que llegar el verdadero encuentro con Cristo. Fue gracias a las lecciones de su profesor, monseñor Arena, que comenzó a amar la Palabra de Dios, convirtiéndola en el centro de su vida. En 1960 el 2 de julio fue ordenado sacerdote por el obispo Ernesto Ruffini. Don Giuseppe, o más familiarmente Don Pino, fue un hombre sencillo, pero no un simplón, que fundó su cuidado pastoral en una profunda vida interior y en la oración y el estudio de la Sagrada Escritura. Quienes iban a su casa encontraban una gran esencialidad o, mejor dicho, pero también una gran riqueza intelectual que se manifestaba por la sorprendente cantidad de libros que cubrían los muebles, la cama e incluso el suelo. En los años 60 conoció a Lia Cerrito y su movimiento eclesial, Cruzada del Evangelio. Lia, junto con Agostina Aiello, con quien trabajará en el centro social de la calle Decollati, y Sor Carolina Iavazzo,quien lo apoyará en su aventura en Brancaccio, serán las tres figuras femeninas que acompañarán a Don Pino en su aventura apostólica. Don Pino, ocupó diversos cargos en su diócesis, pero se distinguió de manera particular como reconstructor de la esperanza, donde la mafia parecía haber acabado con ella, 3P, como fue apodado Don Pino, logró despertar expectación y confianza. Un ejemplo fue la realidad de Godrano donde ocupó el cargo de párroco de 1970 a 1978: en este pequeño pueblo de la provincia de Palermo marcado por una sangrienta venganza, Puglisi logró reconciliar a las familias destrozadas por la violencia y el rencor, con la fuerza del perdón. En sus actividades 3P hacía partícipes a los feligreses, los animaba y los estimulaba a cambiar por sí mismos lo que veían mal, lo mismo que hacía con los jóvenes que acudían a él. En 1978 fue nombrado pro-rector del Seminario menor de Palermo y al año siguiente fue elegido director del Centro Diocesano de Vocaciones. Dado su influencia en los jóvenes, en 1980 fue nombrado vice delegado regional del Centro de Vocaciones, para luego convertirse en director del Centro Regional de Vocaciones en 1986.
En 1990 regresó a Brancaccio, su zona, nombrado párroco de San Gaetano y es aquí donde nació el Centro de Acogida “Padre Nuestro”, el último sueño de 3P que pudo realizar gracias a la ayuda de las Hermanas de los Pobres de Santa Caterina da Siena. El Centro debía representar la alternativa a la criminalidad en un barrio que no proponía nada más. A Don Pino también se unieron los estudiantes universitarios católicos de FUCI, y algunos estudiantes del instituto que se pusieron a disposición, por ejemplo, para enseñar el italiano a los niños del barrio que solo hablaban el dialecto. Don Pino con su trabajo se opuso al reclutamiento de jóvenes en la obra de mano mafiosa y esta fue sin duda una de las principales razones que le costaron la vida. ¡En el corazón de la hegemonía mafiosa surgió la revuelta pacífica del Evangelio! De hecho, ya hacía tiempo que sentía que su final se acercaba, por lo que prefirió ir siempre solo: no quería que otros fueran heridos con él. En la noche de su 56 cumpleaños, el 15 de septiembre de 1993, fue asesinado con una herida de bala en la nuca. ¿Por qué la mafia empeñó a cinco de sus mejores hombres en matar a un sacerdote desarmado y pacífico? Para manifestar su fuerza, reafirmar su dominio y matar, con él, la esperanza. Pero el testimonio de este humilde sacerdote sigue estimulando a tantas personas, religiosos, laicos y sacerdotes, a continuar la lucha contra la mafia, a creer que ¡es posible construir un Palermo, es más, una Sicilia nueva! Don Pino Puglisi fue beatificado el 23 de mayo de 2013.