...aunque no te vaya a gustar lo que te diga
Una de las tareas más importantes, y al mismo tiempo más complejas, de la maternidad y de la paternidad es la de conseguir que la comunicación con nuestros hijos e hijas sea buena. Y buena quiere decir que sientan la seguridad suficiente como para contarnos las cosas, incluso aquellas que piensen que muy posiblemente nos van a desagradar.
Supón que está en peligro o está viviendo una situación que le genera malestar. Por ejemplo, se están metiendo con él, está sufriendo acoso, le están dejando de lado u otra circunstancia similar. ¿Cómo trasmitirle la confianza y seguridad necesarias para que te cuente lo que le pasa? ¿Qué puedes hacer tú para facilitar esas conversaciones difíciles?
5 claves para mejorar la comunicación con nuestros hijos
Aunque no todas las personas funcionamos del mismo modo, hay algunos aspectos que te ayudarán en este sentido:
1. Non te lo tomes como algo personal
En ocasiones, que nuestros hijos no nos cuenten las cosas hace que nos sintamos mal y supongamos que tienen algún problema con nosotros. Evidentemente, puede darse el caso de que esto sea así. Sin embargo, también debemos tener en presente que, cuando surgen problemas en la vida, nos vemos obligados a manejarnos con emociones difíciles de gestionar.
Veámoslo con un ejemplo. Si tengo 14 años y me doy cuenta de que mis amigas me están dejando de lado y me dicen que no quedan, pero luego me entero de que están quedando sin mí, puedo sentir tristeza y vergüenza (por ser ‘la apartada’). En ese contexto, es muy complicado verbalizarlo, incluso con la gente cercana. El decir en voz alta “están quedando sin mí” emocionalmente es duro y lo más probable es que nos haga sentir vulnerables. Por ello, es necesario empatizar y ponerse en su lugar para poder entender mejor su comportamiento.
2. Observa cómo respondes tú cuando te dicen cosas que no te gustan
Por otro lado, ¿cuál suele ser tu reacción cuando te dicen que han suspendido o que tienen que repetir? ¿Cómo tiendes a responder si te enteras de que se han emborrachado el fin de semana? Si tus respuestas tienden a ser enfados, broncas, sermones, castigos y reacciones por el estilo, hasta cierto punto es razonable que no quieran contarte nada.
En muchas ocasiones los menores ocultan la información para evitar las consecuencias negativas que tiene sobre ellos ser sinceros. En este sentido, una alternativa es mostrar una comunicación más asertiva. Poe ejemplo, ante un suspenso en lugar de castigar o reñir, podríamos gestionar la conversación del siguiente modo:
-
- Te agradezco que me cuentes lo del suspenso.
- ¿Cómo te sientes habiendo suspendido?
- ¿Qué crees que podrías haber hecho de otra manera para que el resultado hubiese sido mejor?
- ¿De qué manera yo te podría ayudar?
Este modo de dirigirte a ellos no siempre garantiza el resultado que queremos, porque eso, en última instancia, va a depender también de la persona. No obstante, esta forma de comunicación con nuestros hijos e hijas sí posibilita que haya más cercanía y empatía, y genera la base para que el entendimiento sea mejor y haya menos mentiras.
3. Analiza el tipo de mensajes que has ido dando respecto a la comunicación
No es raro encontrarnos con padres y madres que, cuando su hijo es pequeño y tiene algún problema con alguien de su edad, les responden a sus quejas diciendo “no seas chivato”.
Este mensaje, a largo plazo, es contraproducente. Si de pequeños tienen problemas, verbalizarlos no significa “ser chivatos”. Es su manera de pedir ayuda, de expresar un malestar, de querer solucionar una situación. En realidad, constituye una gran oportunidad para poder enseñarles cómo gestionarla. Por ejemplo, si tu hija viene diciendo que otra niña le ha pegado, en lugar de decirle “no seas chivata”, le puedes contestar con frases de este estilo:
-
- Vaya, siento que te sientas triste con esta situación (empatía y validar emociones).
- ¿Qué le puedes decir a esa niña para que no te lo vuelva a hacer? (enfoque centrado en capacitarla).
- ¿Cómo lo podéis resolver? (perspectiva dirigida a la búsqueda de soluciones).
- ¿De qué manera te puedo ayudar? (muestra de apoyo).
Con este tipo de mensajes ellos se sentirán más cómodos a la hora de contarnos las cosas, puesto que no les estamos juzgando. Así mismo, percibirán el apoyo incondicional que más adelante, en la adolescencia, podrían necesitar cuando cometan errores.
4. Empieza agradeciendo la sinceridad
A veces nos podemos encontrar con que directamente se saltan una norma y hacen cosas que de antemano saben que no están permitidas en casa. Por ejemplo, ir a una fiesta sin permiso, coger algo de una tienda sin pagarlo y otros comportamientos similares.
En esos casos, conviene que el primer mensaje que reciben si nos lo cuentan sea el de “te agradezco que me lo hayas contado”. Evidentemente, esto no quiere decir que después no debamos tener una conversación en la que recordemos las normas, seamos amables y firmes y tengamos que buscar una forma de solucionarlo. Sin embargo, empezar agradeciendo su sinceridad es un primer paso necesario para que se sientan alentados a seguir comunicándose con nosotros.
5. Aprende a diferenciar entre la conducta y la persona
Este punto es fundamental. Cuando tu hija comete un error y, por ejemplo, dice que se ha quedado a dormir en casa de una amiga y no es cierto, es necesario que aprendas a diferenciar la conducta de su propia persona. De este modo, puedes describir lo que no te ha gustado: “me has dicho que te quedabas en casa de Laura y me he enterado después de que esto no ha sido así. Me gustaría que me digas realmente dónde has estado”. Este mensaje es muy diferente a decir: “Eres una mentirosa, no voy a volver a confiar en ti”.
Las personas nos equivocamos y cometemos errores a lo largo de toda nuestra vida, y en la niñez y adolescencia es habitual que esto suceda. No obstante, tenemos que dar la oportunidad de repararlos y dejar claro que ciertas cosas no nos gustan, pero que queremos de manera incondicional a nuestros hijos e hijas. Si las etiquetamos (mentiroso, vago, jeta, tramposo), es probable que cerremos las puertas a la posibilidad de poder tener conversaciones sinceras con ellos.