A San Francisco, Patrón de Calabria

O San Francisco, hombre sencillo y pobre,

de profunda fe y de gran caridad,

escucha nuestra voz.

Nos dirigimos con confianza a Ti,

hijo de la bendita tierra de Calabria,

porque, como cuando estabas en este mondo,

comprendes nuestros problemas,

nos ayudas a vivir serenos

y a debelar los males que turban la pacífica convivencia.

No olvides nunca a tu gente,

que has amado de manera singular,

exaltando las dotes y virtudes

que forman el patrimonio de este pueblo generoso y pacífico.

Tú, ciudadano de toda ciudad y de toda la Calabria,

entra en nuestras familias

para compartir nuestra mesa,

llevar consuelo al anciano,

salud al enfermo,

trabajo y speranza a los jóvenes:

acaricia y bendice a los niños,

infunde valor a quien vive solo y emarginado,

escucha a todos con paciencia,

y danos alegría y paz.

Muéstrate cercano a quien tiene la responsabilidad pública y social,

a los que dirigen y a los empresarios,

para que se ofrezca a todos la ocasión de un trabajo digno.

Oh, San Francisco

protege la tierra que te vio nacer

y acompáñala hacia nuevas fronteras de paz interna;

es tu patria,

y patria de hombres acotumbrados a la fatiga, al trabajo, al sacrificio,

preséntala como la tierra que ha difundido en el mundo,

con sus emigrantes,

los valores di una civilización cristiana multisecular.

La Iglesia te ha reconocido como el patrón de Calabria,

porque eres su hijo más glorioso

y el padre más amado.

Cada calabrés, en cualquier parte del mundo donde se encuentre,

te invoca y tú respondes intercediendo ante el Señor;

cada calabrés sabe que puede contar contigo, siempre.

Protege esta confianza

y escúchalo como Tú sabes hacer.

Amén.