Los padres son el motor de la autoestima de sus hijos
Lo explica la psicoterapeuta Lidia García Asensi
Antes de definir qué es la autoestima, es importante hacer referencia al autoconcepto, el cuál es una parte importante de nuestra autoestima. El autoconcepto es la imagen que tenemos de nosotros mismos a partir de nuestras cualidades y habilidades. Cómo nosotros valoramos esta imagen de nosotros mismos es lo que conocemos como autoestima.
Esta imagen la vamos formando a lo largo del tiempo desde nuestra infancia, en base a las relaciones que establecemos con las personas de nuestro entorno: profesores, amigos, hermanos y principalmente nuestros padres o cuidadores principales. La imagen que tenemos de nosotros mismos puede o no coincidir con la imagen que los demás tengan de nosotros. En ocasiones nos verán como alguien muy valioso pero nosotros no terminaremos de creérnoslo, pero ¿por qué ocurre esto? Como dije anteriormente nuestra autoestima comienza a formarse en la infancia, por lo que los mensajes que hemos recibido son los que marcaran la imagen que tengamos de nosotros mismos.
La madre es el espejo del niño desde que nace y a través de esta relación se refleja cómo y quién es el niño. La teoría del amor incondicional refleja la importancia de que los cuidadores principales quieran a sus hijos aceptando, reconociendo, comprendiendo y perdonando los errores o imperfecciones, ya que son propias de todo ser humano.
Por ejemplo: yo me encuentro en consulta con padres que se enfadan y critican a sus hijos porque no han sacado una buena nota en un examen o no han marcado los goles que ellos consideran necesarios. En este caso estamos castigando a nuestros hijos y no hay una aceptación incondicional. Es cierto, que ante un suspenso puede haber una consecuencia pero no sin antes pararnos hablar con nuestro hijo y entender qué es lo que ha pasado. Hay padres que incluso tienen la idea de que sus hijos le deben todo lo que hacen por ellos. Esto es una gran responsabilidad para el niño y desde luego llega a generar un sentimiento de culpa muy grande.
El amor incondicional también implica el perdonar. Si yo nunca perdono a mi hijo, ¿cómo va aprender él a hacerlo? En ocasiones fomentamos la idea de que los niños tienen que ganarse nuestro amor haciendo las cosas que deben o que son las correctas. En este caso el niño basará su autoestima en el reconocimiento y aprobación por parte de los demás. Ante los fallos o el malestar del niño tiene que sentir que lo apoyamos independientemente de que en ocasiones pueda portarse mal o suspender, por ejemplo.
Por tanto, nosotros somos su espejo y les reflejamos todo aquello que aprenden y que van formando día a día su personalidad y autoestima. Si este espejo tiene un reflejo mayormente negativo y crítico, la autoestima de nuestros hijos se verá sumamente dañada. Si el niño siempre recibe mensajes del tipo «eres un vago», «¿por qué te has quedado en el 9,5 y no has llegado al 10?», «eres igual de torpe que tu padre», «ya lo hago yo que tú no sabes» y un largo etcétera, ¿cómo creéis que se percibirá nuestro hijo? Como un niño vago, que no sabe hacer las cosas bien y desde luego se generará en él un sentimiento de que haga lo que haga nada es suficiente.
Es importante que se dé una crítica constructiva, enseñar y ver juntos soluciones ante los fallos que han podido producirse. Pero una constante crítica genera en el niño cogniciones negativas y por tanto el empleo de la autocrítica.
Como ves, los padres tenemos un papel primordial en el bienestar emocional de nuestros hijos. Es sumamente importante que fomentemos una buena autoestima en ellos. Normalmente la baja autoestima está relacionada con relaciones disfuncionales en casa. Si no tenemos en cuenta determinados aspectos que puedan estar generándose desde casa dará lugar, en el futuro, a adolescentes y adultos con sentimientos negativos y un autoconcepto pobre de sí mismos. En resumen, cuando son pequeños su autoestima depende de nosotros, los adultos.
— ¿Qué herramientas debo poner en marcha para fomentar la autoestima de mi hijo?
- Darle autonomía y responsabilidad en función de su edad. Por ejemplo, que se vista solo, que haga su cama o que ayude a poner la mesa.
- Tenerle en cuenta en decisiones que se correspondan con su edad, así como pasar tiempo de calidad y en exclusiva con ellos.
- Ante los errores que cometa es importante buscar soluciones juntos y enseñarle de qué otra manera puede realizar las cosas. Recuerda que los gritos y las amenazas no enseñan, generan miedo y desconfianza.
- Como comenté anteriormente, es importante no emplear juicios de valor y etiquetar con frases del tipo “eres tonto”. Estas frases dañan la autoestima y generan en el niño sentimientos de poca valía y cogniciones negativas.
- Establecer normas y límites genera mucha seguridad y tranquilidad en el niño. Esto le permitirá saber hasta dónde está permitido llegar, lo que implica un manejo de la frustración, que está relacionada con la propia autoestima. No es más que aceptar los errores propios y entender que hay necesidades o deseos que no podemos satisfacer.
- Es importante valorar todo el proceso realizado y no centrarnos únicamente en el resultado. Por ejemplo, nuestro hijo ha realizado una competición de judo pero no consiguió ganar. Él se siente bastante triste y si nosotros alimentamos esta tristeza, se va a generar un sentimiento de poca valía en él. Podemos remarcar todas las acciones buenas que ha llevado a cabo y que han estado a punto de llevarle a la victoria.
- Validar las emociones es fundamental. Lo que para un adulto puede no significar nada, para el niño puede ser sumamente importante. Quitarle importancia generará en él el sentimiento de que sus necesidades no son importantes.
- La sobreprotección es la principal fuente de inseguridad en el niño. Nuestro deber como padres es cuidar a nuestros hijos, pero hay un límite, no podemos estar en hiperalerta constante, ya que esto genera en el niño la creencia de que el mundo es peligroso.
Una autoestima sana nos permite sentirnos seguros en nuestro día a día: en el trabajo, en la interacción con nuestros amigos y nuestra pareja, con nuestra familia y en todo aquello que nos propongamos. Recuerda: para que nuestros hijos sean adultos seguros y se acepten de forma incondicional, nosotros tenemos que realizar un arduo trabajo desde la infancia, ya que los adultos somos el motor de su autoestima y se mirarán como fueron mirados.