de la más pesada de las cargas
Líbrame, Señor, de la pereza
que se mueve vestida de laboriosidad,
cuando la actividad no es requerida,
y de la flojera que obra gestos inútiles
para hacer creer en un sacrificio.
Dame la fuerza para esforzarme en servirte
en paz y en silencio.
Dame la humildad, sola residencia del descanso,
y líbrame del orgullo
que es la más pesada de las cargas.
Llena mi corazón entero
y mi alma
de la simplicidad del amor.
Amén.
THOMAS MERTON, en L’uomo di oggi e la sfida delle virtù, p. 81,
ed. Paoline, Cuneo 1995.