NOTAS BIOGRÁFICAS
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Nacido en Prades en 1915, en los Pirineos franceses, de padre neozelandés y madre estadounidense, ambos pintores. Debido al estallido de la Primera Guerra Mundial, cuando tenía apenas un año, se mudó con toda su familia cerca de Nueva York, a la casa de sus abuelos maternos. En 1918 nació su hermano, John Paul, y poco después su madre, Ruth, enfermó de cáncer de estómago. Cuando Ruth murió en 1921, su padre, Owen, decidió abandonar América y mudarse primero a las Bermudas, llevándose a Thomas con él, y luego regresó a Francia, pero esta vez solo. Thomas y John Paul se quedaron con sus abuelos maternos en América. Su abuelo materno, Pop, inculcó en Thomas un odio ardiente por los católicos, aunque su pertenencia a la Iglesia Anglicana no era particularmente ferviente. En 1925 regresó a Francia con su padre, a St. Antonin. Comenzó sus estudios en la escuela secundaria en Francia, pero terminó en Inglaterra, donde se mudó con Owen en 1928. En 1931 llegó la repentina muerte de su padre, de una enfermedad al cerebro. Thomas se encontró solo, pero, después de unos meses con depresión, se dio cuenta de que ya no tenía ningún vínculo que le impidiera vivir su vida donde quisiera. A pesar de una gran gracia mística, recibida durante un viaje a Roma en 1933, que le hizo comenzar a madurar la idea de convertirse del anglicanismo al catolicismo, Thomas comenzó su camino como estudiante en el Clare College de Cambridge totalmente indiferente a todo lo que supiese a religión y pronto se vio inmerso en lo que él llamó la “atmósfera oscura y funesta de Cambridge”. Se matriculó en Lenguas y Literaturas Extranjeras, pero su comportamiento rebelde, su vida disoluta le llevaron a dejar Cambridge en el 34 y a poner fin a su carrera en Estados Unidos. En esos años de estudio su dependencia de los placeres, que en verdad le asqueaban, el vacío moral, afectivo, espiritual en el que había caído lo arrastraron al fondo, pero fue a partir de esa derrota que germinó su salvación. ¡Comprendió, en efecto, que necesitaba a Dios! Asistió a la primera misa de su vida en 1938, comenzó a leer muchos libros católicos y se sintió cada vez más convencido de la solidez de la doctrina católica y cuanto más profundizaba su experiencia más aparecía en su mente una idea apremiante, la de querer ser sacerdote. En este período tan importante, el profesor Daniel Walsh, que en Columbia enseñaba a Santo Tomás y Duns Scoto se convirtió en un punto de referencia. La amistad de este hombre bueno y erudito fue inestimable para él en la preparación para el gran paso hacia el catolicismo, en efecto, el 16 de noviembre de 1938, Thomas fue admitido en la Iglesia Católica recibiendo el Bautismo y la Primera Comunión.
Después de licenciarse finalmente, se dedicó durante unos años a la enseñanza de literatura inglesa en la Universidad de Columbia y luego en la Universidad Saint Bonaventure en Allegany, dirigida por los frailes franciscanos. Pero en su mente tenía ya claro la idea de querer ser sacerdote. Inicialmente pensó en entrar entre los franciscanos, las razones eran muy humanas: creía que podía seguir su Regla sin demasiada dificultad y se sentía atraído por la vida de enseñanza y estudio que ofrecía la Orden pero cuando se acercaba el fatídico momento de empezar el noviciado pensó que tenía que hablar con el Padre Maestro sobre su pasado y las dudas que se agolpaban en su mente. El descubrimiento de tener ante sí a un converso reciente, con un pasado muy agitado, frenó al Padre Maestro que lo invitó a reexaminar su solicitud de admisión al noviciado. Fue una forma delicada de invitarlo a retroceder. Salió de la conversación con el Padre Maestro lleno de confusión y como si eso no hubiera sido suficiente entró para confesarse en una iglesia capuchina y se encontró con un fraile que lo despidió de malas maneras diciéndole que olvidara tanto la historia de la vida religiosa como la del sacerdocio. El mundo se le había derrumbado en un instante. Pero el Señor que hiere y sana, sabía a dónde quería llevarlo. En el año 1941, pidió y obtuvo, poder hacer un retiro durante la Semana Santa en el monasterio trapense de Nuestra Señora de Getsemaní en Kentucky. La vida trapense lo fulminó. Durante esos días sintió con mucha fuerza la atracción hacia una existencia hecha de soledad y silencio, de total olvido de sí mismo. Salió de ese retiro lleno de preguntas. Pasó el tiempo, su atracción se convirtió en convicción, dejó su carrera como profesor para asombro de sus colegas, dio todo lo que tenía en su poder e ingresó en el monasterio de Nuestra Señora de Getsemaní, era el 10 de diciembre de 1941. El 19 de marzo de 1944 hizo su primera profesión religiosa, tomando el nombre de Louis; el 19 de marzo de 1947 pronunció sus votos solemnes, convirtiéndose en monje; mientras tanto se dedicó a los estudios teológicos y el 26 de mayo de 1949 fue ordenado sacerdote. Viéndolo bien, el itinerario espiritual de Thomas Merton, al igual que el viaje de Dante al que se refiere el título de su autobiografía y obra más famosa, La montaña con los siete círculos, conoce dificultades, paradas, caídas, momentos de desesperación, pero termina con la conquista de una nueva conciencia de vida y de pensamiento.
Fray Luis simpatizaba con fenómenos modernos como el movimiento pacifista, el movimiento por los derechos civiles y el renacimiento litúrgico. Fue amigo de Juan XXIII. Escribió obras espirituales que atrajeron la atención de una gran audiencia no sólo católica. Durante la Guerra de Vietnam, desarrolló un profundo interés por el monacato budista y en 1968 emprendió un largo viaje hacia Oriente, conociendo también al XIV Dalai Lama que tuvo la oportunidad de expresarle una profunda estima; durante este viaje, sin embargo, encontró la muerte, electrocutado debido a un ventilador defectuoso, aunque hay quienes, aún hoy sospechan que no fue un simple accidente, pero son meras hipótesis que aún no han encontrado ninguna confirmación, lo cierto es que la muerte de Thomas Merton fue un duro golpe para todo el mundo religioso, no solo el cristiano. ¡Un gran místico de nuestro tiempo, un hombre capaz de dialogar con todos, creando puentes, derribando muros, un maestro espiritual que nos hace sentir fuertemente la falta de personas como él en nuestro tiempo!