A su retrato físico unimos una breve reflexión sobre el ambiente en el que vive Francisco. Conocer este ambiente es determinante tanto para comprender ciertas actitudes suyas externas como para conocer mejor su personalidad. Es suyo es un ambiente agrícola, de una agricultura de subsistencia, no ciertamente favorecida por una situación geográfica poco propensa a una agricultura intensiva de vastas proporciones. Aunque de extracción social agrícola, la familia de Francisco podía gozar de un cierto bienestar, en cuanto era propietaria de parcelas de terreno; pero esto no la dispensaba del cultivo directo de tales terrenos, por lo que podemos decir que Francisco y su familia pertenecían al mundo agrícola.
A su retrato físico unimos una breve reflexión sobre el ambiente en el que vive Francisco. Conocer este ambiente es determinante tanto para comprender ciertas actitudes suyas externas como para conocer mejor su personalidad. Es suyo es un ambiente agrícola, de una agricultura de subsistencia, no ciertamente favorecida por una situación geográfica poco propensa a una agricultura intensiva de vastas proporciones. Aunque de extracción social agrícola, la familia de Francisco podía gozar de un cierto bienestar, en cuanto era propietaria de parcelas de terreno; pero esto no la dispensaba del cultivo directo de tales terrenos, por lo que podemos decir que Francisco y su familia pertenecían al mundo agrícola.
Esta pertenencia ha hecho de él un aldeano, como lo califica el enviado de Pablo II en el encuentro tenido en Paula. Aldeano no solamente en el aspecto externo, sino también en el temperamento, en el sentido de que su psicología y sus modos de ver y de expresarse han sido influenciados por aquellas costumbres de vida propias del ambiente de pertenencia. Pero Francisco no parece que desdeñe este título, más bien se jacta de ello para expresar la calidad de su vida. Y Francisco, en realidad, aparecía aldeano en su porte: caminaba descalzo, con ropa remendada, con barba y cabellos sin cuidar.
Es muy importante esta extracción social y ambiental para comprender a Francisco como hombre, que recibe luego de Dios, para sí y para los otros, el carisma de la penitencia, como advertencia e invitación a una Iglesia, contaminada por el estilo de vida mundano, a volver a la pureza evangélica de la sencillez y de la pobreza.
Es interesante una confrontación entre lo que dicen los testigos del Proceso Cosentino sobre el porte exterior de Francisco y sobre el de Jaime Martolilla, su padre. Hemos citado ya el testimonio sobre Francisco. Leamos ahora el relativo a Jaime: Jacobo Martolilla patre di dicto frate Francisco lo quale fo christiano baptizato et campao tutto lo tempo de la sua vita honestamente et de bono cristiano, et che non magnavano cose de Pasca sino cibi quadrage et che andava con una veste di arbaso supra le carni et andava scalso (Jaime Martolilla, padre de dicho fraile Francisco fue cristiano bautizado y vivió toda su vida honestamente como es propio de un buen cristiano, y que no comía alimentos pascuales sino alimentos cuaresmales y que iba con un hábito rudo y áspero sobre la carne y caminaba descalzo). Los dos testimonios son semejantes: Jaime y Francisco, viven una forma de vida austera en el porte externo y en el alimento. Así que Francisco encontró en la casa paterna el primer entrenamiento para un género de vida penitente, que después acentuó con la precisa y determinada voluntad de hacer de ella una forma estable de vida.
Por tanto, ya dentro de la familia de Francisco existe una opción de sobriedad y de austeridad en la que es educado desde su nacimiento. Por consiguiente, el ambiente familiar de Francisco es el de la gente sencilla de Paula y de Calabria en general; aquella gente que con más facilidad encontramos a su lado y de la que él le gusta rodearse y con la que comparte el trabajo duro de albañil, de campesino, de leñador. Los procesos nos presentan bocetos extraordinarios de su vida dura, pero que, en cierto sentido, se revelaba alegre en su sencillez. De los relatos de los testigos emergen unos cuadros de vida que tienen el sabor de auténticas florecillas.
Por tanto, ya dentro de la familia de Francisco existe una opción de sobriedad y de austeridad en la que es educado desde su nacimiento. Por consiguiente, el ambiente familiar de Francisco es el de la gente sencilla de Paula y de Calabria en general; aquella gente que con más facilidad encontramos a su lado y de la que él le gusta rodearse y con la que comparte el trabajo duro de albañil, de campesino, de leñador. Los procesos nos presentan bocetos extraordinarios de su vida dura, pero que, en cierto sentido, se revelaba alegre en su sencillez. De los relatos de los testigos emergen unos cuadros de vida que tienen el sabor de auténticas florecillas.
G. FIORINI MOROSINI, Il Carisma Penitenziale di S. Francesco di Paola e dell’Ordine dei Minimi, pp. 112-114.